domingo, 17 de febrero de 2013

Días de vino y Rosas


Anoche soñé en blanco y negro, algo extraño, porque últimamente he soñado en color y scope.
Veía un bar atestado de gente, ruido. Un tipo buscaba chicas por teléfono, ruido entre planos medios. Apareció una mujer rubia, orgullosa, se parecía a Lee Remick, (equívocos), después olas, mar y olor a whisky, y futuro sexo contenido.
Me dolía la cabeza, no me sienta bien el mar y no soy buen bebedor, una vuelta en la cama.
La misma mujer. Más planos medios entre sombras grises, y un calor intenso en mi mejilla, ella le golpea. Silencios,  miradas. Arrepentimiento, más planos medios, atracción. El tipo ahora intenta convencerla con más miradas tramposas, sonrisas, más miradas de hermosos ojos verdes, más alcohol. Ella sucumbe, entre el encanto del tipo y sus primera copa “brandy Alexander con chocolate” más alcohol, palabras entumecidas, casi puedo notar el peso de la pequeña botella de bourbon el bolsillo de su abrigo.
Escucho sus palabras intentando atraparla, pero yo solo veo sus ojos. Más bourbon.
Aunque sé que es un sueño, a mí también me duele la cabeza, puedo sentir su resaca salvaje. Noto la garganta  áspera.
Otra vez veo los ojos verdes de ella, cuando el tipo, que se parece a Jack Lemmon, ya ha tomado posesión de su apartamento. Primer beso. Sonrisas.  Ella ya ha sucumbido. Aparece el padre de ella, sabe que la ha perdido, lo dice su mirada. Tiene miedo, se han casado. -Ahora soy yo el que siente la resignación y el odio del padre-, no le importa ella quiere beber.
Elipsis radical, ahora veo una hija. Más fiestas, más alcohol, me impresiona mucho su cara, el cambio, su agobio, sigue bebiendo, bebiendo.  Sólo. El busca la redención, con unas flores robadas, sonrisa estúpida esa que aparece cuando se van de las manos las copas. Explicaciones, excusas, más escusas. Voces. Llanto.
 Esos ojos verdes ya no brillan,y ella no sonríe y bebe para acompañarle, para no perderle. Ya no me gusta este sueño. Veo a Lemmon caer en picado, beber, más y más, ahora ella también bebe y cae.
Otra elipsis, la niña ha crecido y la mujer que se parece a Kristen Arnesen, cada día se parece más a él. Ha roto su vida. El ve su imagen en un cristal,  ve la sombra que se parece a Joe Clay, destrozado. Un momento de lucidez.
Ofrece cambios, promesas, más tentaciones, espejismos. Otra vez caída a los infiernos, esta vez en picado.
Veo su cara cuando lo internan, camisa de fuerza, veo todos los demonios del alcohol, de la culpa, quizá en su cara. Impresiona, aunque sea  un sueño.
Me quiero despertar.
Un desconocido le empuja a levantarse,  lo acepta, lo comprende, él fue su igual.  Acepta su problema mientras con un sudor frío. Redención. Ella no ... se aleja. Siento su debilidad su angustia, de nuevo. No puede seguir así, la quiere, incluso así, ebria.  No puede olvidar. Veo su culpa abrasando sus entrañas, cuando le intenta convencer otra vez del paraíso alcohólico con recriminaciones, 
Sus ojos, que murieron hace tiempo ahogados en un vaso de ginebra. Le culpa, y el se siente responsable, sucumbe al infierno de la humillación y de su amor por ella. Más humillaciones.
El ángel anónimo le rescata otra vez del infierno conocido. Ella no ha encontrado, no ha querido el camino, sus ojos no mienten. Confesiones. Dolor. Lágrimas. Manipulación. Firmeza. Adioses, más lágrimas.
Despierto a tiempo de ver una ventana, el neón de un bar iluminando la noche. Unos ojos humedecidos. Esperanza. Estoy seguro de haber visto una película excepcional en un mal sueño,
Fundido a negro.


 largos son los días de vino y rosas, de un nebuloso sueño, surge nuestro sendero. Y se pierde en otro sueño –

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