Hoy es una
de esas tardes de frío, de lluvia con mal genio y cielo gris barco de guerra
americano.
Podría
escribir estas pocas líneas a mano, sobre papel, la vieja Montblanc aún funciona
como el primer día, pero he optado por lo más rápido, los ceros y unos del portátil.
Quizá debido
a los antigripales, los antihistamínicos o cualquier otro potingue que empiece
por anti y sirva para reducir este constipado o lo que sea, lo que más me
apetece no es la dosis recomendada por el médico, sino un cóctel, y no uno
cualquiera, me apetece uno de mis favoritos, un Manhattan.
Siempre me
ha recordado a Woody Allen, a Central Park. Hace tiempo alguien me lo presentó
y siempre me ha sonado a música de jazz a media tarde, a tardes grises como la de
hoy. A bares viejos con sillones de piel y a camareros que recuerdan como te
llamas. Cada trago me recuerda a esa ciudad que solo he visto en el cine.
Es
profundamente satisfactorio, entrar en un local con maneras de saber lo que
hace, mirar al barman de turno, pedirle el trago y que sepa lo que se hace, ver
como poco a poco, casi con parsimonia, mezcla el bourbon y el vermut rojo, como
se mezclan esas gotas de angostura, y el sonido metálico del vaso mezclador chocando
con los cubitos de hielo, - clink, clink –
ver el líquido rojizo que cae sobre el vaso o la copa en el que ya el
barman ha puesto la guinda.
El primer
trago es áspero, tiene un regusto a conquista, a confeti cayendo en una
celebración, luego el sabor se alarga despacio por la garganta, y sabe a cola
de espera en un estreno, llega al estómago y el trago brilla como los neones
del Radio City Music Hall anunciando un
musical de Cole Porter, parecen disparos sobre Broadway.
La última
imagen que no tiene nada que ver, me siento como James Dean, salvando las
distancias, esa fotografía en que se le
vemos caminando bajo la lluvia en Times Square, una de mis fotos favoritas de
Dennis Stock, donde vemos a Dean bajo una lluvia como la de esta tarde gris,
con las manos en los bolsillos descubierto por sorpresa. En la que quizá el también
fuera a tomarse un Manhattan.
Me duele la
cabeza, me haré la ilusión que es por los Manhattan no tomados y no por el
resfriado.
Fuera ya está
oscuro y sigue lloviendo, mientras empieza a sonar muy despacio Night and Day.
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