miércoles, 6 de marzo de 2013

Manhattan bajo la lluvia


Hoy es una de esas tardes de frío, de lluvia con mal genio y cielo gris barco de guerra americano.

Podría escribir estas pocas líneas a mano, sobre papel, la vieja Montblanc aún funciona como el primer día, pero he optado por lo más rápido,  los ceros y unos del portátil.

Quizá debido a los antigripales, los antihistamínicos o cualquier otro potingue que empiece por anti y sirva para reducir este constipado o lo que sea, lo que más me apetece no es la dosis recomendada por el médico, sino un cóctel, y no uno cualquiera, me apetece uno de mis favoritos, un Manhattan.

Siempre me ha recordado a Woody Allen, a Central Park. Hace tiempo alguien me lo presentó y siempre me ha sonado a música de jazz a media tarde, a tardes grises como la de hoy. A bares viejos con sillones de piel y a camareros que recuerdan como te llamas. Cada trago me recuerda a esa ciudad que solo he visto en el cine.

Es profundamente satisfactorio, entrar en un local con maneras de saber lo que hace, mirar al barman de turno, pedirle el trago y que sepa lo que se hace, ver como poco a poco, casi con parsimonia, mezcla el bourbon y el vermut rojo, como se mezclan esas gotas de angostura, y el sonido metálico del vaso mezclador chocando con los cubitos de hielo, - clink, clink –  ver el líquido rojizo que cae sobre el vaso o la copa en el que ya el barman ha puesto la guinda.

El primer trago es áspero, tiene un regusto a conquista, a confeti cayendo en una celebración, luego el sabor se alarga despacio por la garganta, y sabe a cola de espera en un estreno, llega al estómago y el trago brilla como los neones del Radio City Music Hall  anunciando un musical de Cole Porter, parecen disparos sobre Broadway.

La última imagen que no tiene nada que ver, me siento como James Dean, salvando las distancias, esa fotografía  en que se le vemos caminando bajo la lluvia en Times Square, una de mis fotos favoritas de Dennis Stock, donde vemos a Dean bajo una lluvia como la de esta tarde gris, con las manos en los bolsillos descubierto por sorpresa. En la que quizá el también fuera a tomarse un Manhattan.

Me duele la cabeza, me haré la ilusión que es por los Manhattan no tomados y no por el resfriado.

Fuera ya está oscuro y sigue lloviendo, mientras empieza a sonar muy despacio Night  and Day.

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