Hoy he vuelto a soñar con ella.
Estaba de nuevo sentada al borde de la cama,
puedo ver la tristeza en sus manos mientras sostiene un papel amarillento, una
carta leída tantas veces que las líneas parecen desgastadas, pero creo que no le importa, conoce cada una de las palabras, las
lleva grabadas en el alma a fuego y hielo.
La veo sentada sobre esa cama que parece recién hecha
o por deshacer, aguantando el peso de sus pensamientos sobre unos hombros
también tristes, no necesito ver sus ojos ptrara saberlo. Indecisa, a medio
vestir, a medio desnudar, su ropa interior sin alardes, estoy seguro de que el
osado naranja de la combinación podría ser un regalo de él, un modo infantil de
sentirle cerca todavía. El cabello perfectamente ordenado indica mejor gusto.
La veo indecisa, su equipaje aún está cerrado
sobre el piso verde de la habitación, o quizá sus maletas estén ya dispuestas
para el viaje. Sus cosas, también están dispersas por el cuarto, zapatos,
vestido, su sombrero uniéndose a su indecisión.
No parece tener ganas de salir de ese rectángulo
que es la habitación de su cuadro.
Sé perfectamente, que volveré a soñar con ella,
que volveré a tener ganas de sentarme a su lado, de deslizar sobre sus hombros la
manta que tiene a los pies de la cama, de decirle que no pasa nada que a veces
cuando el destino juega con algunos hombres estos no son capaces de ver lo que
tienen ante sus ojos, aunque quizá si lo pienso un poco, sea porque no hayan
hecho méritos para tenerlo.
Desde siempre me he sentido atraído por el trabajo de Edward Hopper, pero más aún por el retrato que hace de las mujeres, tristes, poderosas, solitarias, pero siempre equilibrando el cuadro. Este es uno de mis favoritos, pero hay más, de los que quizá hablemos en otro momento.
A más ver.
Miguel Ángel.
Gracias por hacerme ver lo que mis ojos y mis sentimientos no ven. Puedo sacar varias conclusiones, pero ya las comentaremos tomando una guiness en alguna barra. GRACIAS.
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