Esta oscuro
cuando llego. Deben ser las nueve o las diez, no estoy seguro. Hace frío para
sacar las manos de los bolsillos de la gabardina.
Ya he
olvidado las copas que he tomado en este bar. Recuerdo que sonaba Bessie Smith cantando St. Louis Blues con el primer trago de bourbon. La voz de aquella mujer era
como una cuchillada en el alma. Amé el blues al primer momento, después vino el
jazz.
Algunas de
las paredes están llenas con fotos de leyendas del jazz que hicieron literatura
con su voz y con sus instrumentos. Aquellas notas que Lester Gordon sacaba a su
saxo tocando "Body and Soul" o el “Kind of Blue” de Miles Davis.
En aquel
tiempo tras la barra despachaba los espirituosos una camarera con unos ojos que
hacían perdonar cualquier error de su pasado y unas pestañas capaces de
tutearte desde el primer momento. Recuerdo que una vez me abofeteo con un beso.
Aquella
barra estaba llena de marcas, como aquellas manchas de las lágrimas y de los
daiquiris de aquel anciano que vestía como un mafioso y que no podía evitar compartir
cada vez que recordaba la pelea de Frazier –Ali del 71. Un día desapareció y
nos dejó a todos con su incógnita y una historia que contar. En fin hay gente
que prefiere llenar su vida de objetos, de muebles, yo como él también me quedo
con los recuerdos y las emociones.
Una señal. Otra
vez ex aequo Bessie Smith y unos cubitos de hielo en un vaso, el reloj dice que es la hora, y una voz
conocida que esta corre por cuenta de la casa.
…
Fuera llueve despacito, como en un blues mientras desabrochan las calles.
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